Educación a distancia: La dificultad de conciliar responsabilidades

                                   "El mejor experimento de nuestra época será proporcionar a

                          las mujeres los beneficios de una educación y aprendizaje en igualdad"

                                                                   Sarah Josepha Hale

Dron y Anderson (2023) comienzan una de las secciones de su capítulo, explicando el problema fundamental que la pedagogía presencial tiene que resolver: la motivación.

Entendiendo esta como aquello que nos estimula a aprender, mejorar, a establecer y cumplir objetivos (Naciones Unidas, s.f.); sería conveniente complementar lo anterior, apuntando que el problema de la motivación no atañe solo a la pedagogía presencial si no también a aquella que actúa a distancia. Así lo confirman los autores, catalogando este como un problema heredado y así lo concluimos nosotrxs en las anteriores clases. 

Desde que empecé a ser consciente de las consecuencias del desaprovechamiento de la formación académica o de no tener resultados destacables, cada vez que nos enfrentamos a  rectas finales como la de ahora, donde nos forzamos a aprovechar cada día para poder superar los trabajos o exámenes con “éxito” (sea cual sea el significado que le atribuís a esa palabra), siento cómo la culpa y la frustración están presentes de manera constante, condicionando por completo mi actitud, motivación y producciones académicas. 

Analizando los factores que se escondían tras dichos sentimientos, me di cuenta de las similitudes entre sus causas y las que redacta Von Prümmer (2022) cuando habla de la desigualdad a la que se enfrentan las mujeres estudiantes (sean madres o no), vinculadas a los roles de género y la división social del trabajo (p.8). 

Debido a que entre sus líneas se describen las expectativas que en un inicio se proyectaban sobre la educación a distancia destinada a mujeres cuidadoras o amas de casa, y se explica el modelo del déficit como algo pasado, primordialmente enfocado a mujeres adultas; no comencé el texto identificándome con las palabras de la autora. Mas, a medida que iba avanzando, empecé a darme cuenta de que era posible extrapolar todas esas conclusiones a la situación de muchas niñas y adolescentes estudiantes, incluida la mía.

"Más de 30 años de investigación institucional de ODDE han demostrado que las mujeres están bajo más presión por los compromisos familiares y laborales, que tienen que adaptar sus estudios en torno a estos compromisos, y que tienden a no ser aliviadas de sus cargas cuando comienzan a estudiar” (Von Prümmer, 2022, p.16)

Para aquellxs alumnxs cuyos contextos familiares o socio-económicos dificultan la construcción de un entorno de aprendizaje positivo en sus hogares, disponer de los recursos, espacios y tiempos que brinda la institución educativa, es en ocasiones la única manera de poder implicarse y desarrollar sus potencialidades a través de un proceso de enseñanza-aprendizaje guiado y supervisado. En el caso de las niñas, adolescentes y jóvenes, un espacio donde desconectar (parcialmente) de los roles y cargas de trabajo asociadas al género, que aunque imperceptibles, pueden atribuírseles desde la familia en el hogar. Por ello, me sorprende enormemente (quizá por las experiencias que he tenido o de las que me he rodeado), cómo se contempla como un beneficio indudable la posibilidad del estudio en casa, en donde el ambiente de aprendizaje ya no se proporciona en un campus ni en edificios suministrados por la universidad o el colegio; donde la vida personal, los recursos y el acceso a las tecnologías, se vuelven cada vez más importantes para el éxito del estudio (Von Prümmer, 2022, p.9). Solo puedo pensar en dificultades y brechas. 

En mi opinión, lo anterior se puede traducir en una motivación que cae en picado y sentimientos negativos que aumentan ininterrumpidamente ante la incapacidad de cumplir con el rendimiento esperado, a pesar de tener a nuestra disposición “las facilidades” que da el e-learning. Así lo pudimos comprobar durante la pandemia. 

Para mí, educación en casa implica desdibujar las líneas que separan lo académico de lo familiar, afectando directamente a la motivación, mi posicionamiento entre la franja frustración-culpabilidad. De anteponer lo segundo a lo primero, frustración ante la dificultad de cumplir con los objetivos académicos bajo el mismo nivel de autoexigencia, tratando de buscar la perfección que desde niñas nos han reclamado, en un periodo de tiempo menor. De invertir las prioridades, culpabilidad al no prestar el suficiente apoyo emocional-afectivo a la familia, o no ayudar a aliviar la carga de trabajo que poseen el resto de miembros. 

Puedo afirmar que crecer escuchando que “las niñas buenas” y por lo tanto, “las buenas hijas” son las que ayudan en casa, son obedientes, estudiosas, respetuosas y responsables, ha afectado a mi capacidad para conciliar y gestionar las responsabilidades académicas y familiares sin presión. Ahora también las laborales. 

Por ello, si ya en la presencialidad existía y existe el problema motivacional, considero este sin comparación el mayor reto de la educación a distancia. Cómo despertar y mantener el interés y la constancia en un modelo de educación que implica autogestión y autonomía en hogares donde la convivencia y los recursos, dificultan disponer de condiciones adecuadas o mantener una actitud activa y positiva ante el estudio. 

Abriendo el cajón de los sistemas de recompensa, como calificaciones, puntos o estrellas doradas, Dron y Anderson (2023) explican que inhiben de manera confiable y persistente la motivación intrínseca, fracasando en su intento de incrementar el interés (p.150); y añado, pudiendo convertirse en un tormento para el alumnado. 

Leer lo anterior me recordó a una conversación que mantuvimos durante la primera interactiva de esta materia, en la que hablábamos de programas de aprendizaje utilizados en las escuelas y de la introducción progresiva de dispositivos tecnológicos en las aulas. 

Analizando de nuevo mi trayectoria educativa, recordé “Progrentis”, un programa que fue implementado en mi colegio durante los cursos de 5º EP a 2º de ESO, sobre el que me gustaría profundizar ahora debido a su vinculación con los temas que estamos tratando. Diría que fue un punto intermedio entre la enseñanza presencial tradicional y la enseñanza a distancia experimentada en 2020. 

Mentora Progrentis se autodefine como una solución de e-learning que, mediante re-entrenamiento sostenido fortalece al alumnado para que alcance su máximo potencial (Grupo Mentora, 2022 ¿Participasteis en este programa o alguno similar en vuestros colegios/institutos?

En el siguiente blog os contaré si su premisa: “El modelo pedagógico tradicional no llena las necesidades de los estudiantes de hoy. Progrentis es diferente” es clickbait o todo lo contrario, a través de opiniones de compañerx con lxs que compartí clase entonces. Esto nos permitirá reflexionar, a su vez, desde una perspectiva de género, acerca de las diversas percepciones que niñas y niños teníamos de este estilo de aprendizaje a través del entorno virtual. Confirmando, como concluyen diversxs autorxs, que un mejor acceso a las oportunidades educativas, no garantiza la equidad de género  (Von Prümmer, 2022, p.9). 

REFERENCIAS

Dron, J., y Anderson, T. (2023). Pedagogical paradigms in open and distance education. En Handbook of open, distance and digital education (pp. 147-163). Singapore: Springer Nature Singapore.

Grupo Mentora. [grupomentoraprogrentis]. (2022). Gracias al aporte de científicos provenientes de la Facultad de Neurociencia de Harvard University, y del Laboratorio de Inteligencia Artificial. [Fotografía]. Instagram. https://www.instagram.com/p/CbzzAiiuToj/  

Naciones Unidas. (s.f.). La Ciencia de la Motivación. unodc. https://www.unodc.org/unodc/es/listen-first/super-skills/motivation.html 

Von Prümmer, C. (2022). ODDE and Gender. En Handbook of Open, Distance and Digital Education (pp. 1-20). Singapore: Springer Nature Singapore.