7ª Etapa (Ponferrada): Las agujas de nuestra brújula
A lo largo de nuestra ruta, dudaremos en numerosas ocasiones, perderemos el rumbo de nuestro viaje e incluso habrá veces en las que deberemos volver hacia atrás para retomar el curso de nuestro camino. Pero en estos instantes habrá algo al que siempre podamos recurrir: la brújula. Ella nos guiará adecuadamente hacia nuestro destino.
En el campo del asesoramiento existe también una brújula que siempre nos guiará: el conocimiento acumulado, que unido al bagaje emocional, a la práctica real y a la experiencia almacenada por otros en este campo, constituirán algunas de las herramientas fundamentales del asesor/a. No debemos preocuparnos por cometer errores, ya que errar es de sabios y de ellos se aprende.
En el caso de la mejora educativa, como casi todo en esta vida, no existe una fórmula mágica que nos indique cómo actuar, pero sí existe una experiencia y un conocimiento acumulado al que no hemos de dudar en recurrir.
Hoy por hoy, hemos avanzado mucho en este campo y sabemos que existen unas acciones o fases que en toda mejora educativa se han de desarrollar. Constituyen, por tanto, las bases y condiciones estratégicas que en todo proceso de mejora se han de intentar propiciar. Son:
En consecuencia, si entendemos la mejora educativa como un proceso de cambio en que todos, profesores, comunidad y centro, van a aprender a resolver por si solos disfunciones y problemas, hemos de actuar como unos interconectores que difundan prácticas innovadoras, que generen compromiso y que pongan a su disposición una serie de herramientas como el entusiasmo, la colaboración y la reconstrucción compartida de un proyecto común.
Por tanto, y derivado de la necesidad de que este apoyo sea respetuoso y prudente con la realidad y con las condiciones del centro educativo, el asesor/a se ha de resituar en un nuevo marco que esté caracterizado por: convertirse en un inductor, dinamizador y facilitador de la innovación; por estimular y apoyar un proceso de comunicación fluido, bidireccional y horizontal; y, finalmente, por concebir el proyecto educativo y la dinámica institucional del centro como dos oportunidades claves para deliberar, reflexionar y decidir sobre lo que ocurra en el centro.
Desde esta nueva perspectiva, nosotros, peregrinos, y futuros asesores/as de centros y profesores, necesitaremos sacar la brújula y utilizarla en numerosas ocasiones. No obstante, este proceso no va a ser fácil; ya que para que la brújula nos guíe adecuadamente, hemos de practicar con ella hasta que logremos interpretar lo que sus agujas marcan. Y cuando lo consigamos, nos ayudará a redirigir nuestro camino y a darnos cuenta de lo necesario que será modificar algunas de nuestras actuaciones. El camino es luz y sólo tendremos que analizar adecuadamnete las señales que nos iremos encontrando para llegar a nuestro destino.
Así, de las recomendaciones importantes que la brújula del asesor/a ha de marcar, son: